En este boletín os pondré al día de cómo va la nueva colección de láminas botánicas ilustradas que tengo en mi página www.patreon.com/olgacarmonaperal.
Bosque mediterráneo/ Geófitas
Ya hay dos entregas sobre unas herbáceas bastante especiales: las plantas geófitas o bulbosas.
La primera entrega está dedicada al género narcissus de la gran familia Amaryllidaceae: son por tanto, los narcisos silvestres.
Como otras geófitas poseen unas estructuras vegetativas subterráneas -los bulbos- que permanecen latentes aunque la parte aérea de la planta haya desaparecido por las condiciones climáticas adversas. Es una técnica de supervivencia que permite su renovación en un ciclo continuo, además, los bulbos regeneran y renuevan los suelos haciéndolos más fértiles.
Los narcisos silvestres son únicos de la región mediterránea, así nuestra península y Marruecos concentran casi todas la especies conocidas. Están adaptados al cambiante clima mediterráneo de inviernos fríos y húmedos y veranos secos y cálidos.
La mayoría florecen un poco antes que el resto de flores anunciando el fin del invierno, esto, y la particular belleza de sus flores blancas o amarillas las hace especialmente atractivas por lo que se han cultivado variedades de jardinería desde antiguo.
Sin embargo los narcisos silvestres son muy delicados y vulnerables, muchas especies están en declive o en peligro de extinción.
Su principal amenaza es para variar humana por la pérdida de hábitats y vandalismos varios, pero también deben protegerse de los herbívoros, para ello concentran diferentes alcaloides muy tóxicos, especialmente en los bulbos, con lo que consiguen que los animales eviten alimentarse de ellos.
Suelen ser especies asociadas a pastizales y claros de bosque húmedos, algunas pueden crecer en suelos pobres o rocosos.
También hay especies más bien de montaña o incluso alta montaña como Narcissus poeticus pero también hay una especie adaptada a las dunas marítimas del sur de Cádiz, el muy en peligro Narcissus viridiflorus.
En la segunda entrega descubriremos otros géneros de la familia Amaryllidaceae quizá menos conocidos o más humildes pero que también florecen en nuestros campos.
Empezamos con el género Allium, o con su nombre común más familiar: ajo.
De la misma familia que los ajos y cebollas de nuestra despensa hay otras especies silvestres, algunas bastante apreciadas, que comparten características olorosas y propiedades antibacterianas y antifúngicas.
Suelen florecer en primavera / verano y constar de hojas en la base y un largo tallo sin hojas con las inflorescencias agrupadas de forma más o menos globosa.
Además sus bulbos muchas veces están formados por uno principal y múltiples bulbillos adosados más pequeños.
Otro género muy apreciado -y con hasta fanáticos botánicos: ¡los galantófilos!- es el género Galanthus. Son unas florecillas a modo de campanilla cuya particularidad es que florecen en prados alpinos de febrero a marzo incluso cuando aún hay nieve, aprovechando los encharcamientos del deshielo, de ahí su nombre: gala + ánthos -“Flor de leche” o “flor de nieve”-.
Estas campanillas como digo tienen fans por toda Europa y en nuestra península existen poblaciones importantes en Pirineos y la Cordillera Catalana.
Y de la nieve a la playa, también conoceremos dos especies propias de dunas arenosas y que florecen desde mitad del verano: la campanilla de otoño -género Acis- y la azucena de mar -género pancratium-.
Son plantas rústicas y resistentes pero a la vez de flores delicadas y frágiles que prosperan en entornos adversos no sólo por el duro sol de nuestros veranos sino por los pisotones de los domingueros playeros.
Todas son unas pequeñas joyas humildes y delicadas a proteger de nuestros campos, animáos a conocerlas mejor.
Y para terminar os dejo algunas fotos de los narcisos de jardinería que han florecido en casa, parte son de unos bulbos que no florecieron el año pasado y tras pasar todo el año arrumbados esta primavera, ¡plop!, sí han salido.




Así que con estas monerías, ¡hasta el mes que viene!